jueves, 28 de abril de 2011

¿Tuvo una hija secreta Elizabeth Taylor?

Yahoo! Noticias
mié abr 27 14:44 .


Crónica rosa

Liz Taylor se bebió la vida a grandes sorbos. Sin duda, era una mujer adelantada a su época. Desde que murió, hemos conocido muchos secretos que guardaba celosamente. Pero lo que no podíamos imaginar es que tuviera una hija secreta, fruto de un amor prohibido. Eso es al menos lo que asegura al diario 'Daily Mail' uno de sus mejores amigos, su psicólogo John Cohan.

Según Cohan, la hija de Liz se llama Norah. Su nacimiento se produjo en la década de los sesenta. Por aquel entonces, la diva ya se había casado cuatro veces. Entonces, ¿por qué razón tenía miedo de ocultar a la opinión pública este hecho? ¿Nadie se percató de que estaba embarazada?

[Relacionado: El amor adolescente de Liz]

Al parecer, Taylor mantuvo relaciones sexuales en la época en la que concibió a Norah con tres hombres diferentes. Sus dudas y sus miedos de que su imagen quedara empañada le obligaron a dar en adopción a su bebé.

Taylor entregó a Norah a una familia irlandesa. "El dinero fue intercambiado. Viviendo en Irlanda, la niña, resentida con la madre que la abandonó, no quiso volver a tener nada que ver con Elizabeth", afirmaba Cohan.

[Relacionado: El misterio de su supuesto desnudo]

Lo más triste de este caso es que la oscarizada actriz nunca pudo superar su traumática experiencia. "Elizabeth ha tenido un sentimiento de culpa por lo ocurrido siempre. Me dijo: 'No digas nada hasta que yo me haya ido'", añadía su amigo.


Family: Elizabeth with her children Michael, Christopher, Maria and Liza in 2007

Read more: http://www.dailymail.co.uk/tvshowbiz/article-1380828/Did-Elizabeth-Taylor-secret-love-child.html#ixzz1KrAo81tH
Si finalmente es cierta la existencia de Norah, probablemente pueda salir a luz pública para reclamar su parte de la herencia. Por tanto, perjudicaría a sus cuatro presuntos hermanos: Christopher (de 55 años), Michael (de 57), Liza (de 53) y María (de 49). Estaremos pendientes de ver cuántas oportunistas intentar adquirir notoriedad y dinero a costa de la memoria de Elizabeth.



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martes, 19 de abril de 2011

Zsa Gabor y su esposo ya escogieron nombre para su futuro hijo

Emol Cultura y Espectáculos
Martes 19 de Abril de 2011 17:09

La pareja decidió tener descendencia mediante un vientre de alquiler. En caso de que el bebé sea niña, se llamará Zsa Zsa Gabor Jr y si es niño recibirá el nombre de Frederic Jr.



La actriz de 94 años quiere tener un hijo para mantener vivo su apellido.
Foto: X17Online

LOS ANGELES.- La veterana actriz Zsa Zsa Gabor, de 94 años, y su marido Frederic von Anhalt, de 67, bautizarán a la hija que tengan por vientre de alquiler con el nombre de Zsa Zsa Jr. según aseguró Von Anhalt en una entrevista publicada hoy por CNN.

La pareja inició la semana pasada los trámites para buscar descendiente con la ayuda de una clínica de fertilidad de Beverly Hills.

"No me importa lo que diga la gente, no es asunto suyo", comentó Von Anhalt a la cadena de televisión estadounidense al ser cuestionado sobre su posible paternidad a una edad tan avanzada.

El esposo de Gabor aseguró que su familia es muy longeva e insistió en que lo importante es estar con los niños cuando son pequeños porque cuando llegan a la adolescencia "ya no escuchan a nadie".

Von Anhalt confirmó que la popular Gabor, protagonista de títulos como "Touch of Evil" (1958), es incapaz de hablar debido a su delicado estado de salud, aunque aseguró que la idea de ser padres la tenían desde hace tiempo e incluso adelantó los nombres de un posible bebé. "Zsa Zsa Jr. si es niña y Frederic Jr. si es niño", dijo.

El marido de la actriz negó que el plan de buscar un descendiente tuviera algo que ver con una trama para quitarle parte de la herencia a la única hija de Gabor, Francesca Hilton, de 64 años.

"Eso es un pensamiento enfermizo", criticó Von Anhalt que señaló que la actriz dejó escrito su testamento en 2005 y que actualmente es incapaz de firmar documentos para cambiar nada.

El posible embarazo requerirá de la donación de un óvulo (aunque existe el rumor de que podría existir uno congelado por Gabor en los años 60), un vientre de alquiler para la gestación y el alumbramiento y la atención de un grupo de especialistas, lo que Von Anhalt estima que podría ascender hasta los 100 mil dólares.

La única hija de Gabor, Francesca Hilton, confesó encontrarse impactada con el plan de su madre y su padrastro.

Recientemente Gabor, en silla de ruedas desde el accidente que sufrió en 2002, tuvo que enfrentarse a la amputación de una pierna y una operación de cadera.

Gabor y Von Anhalt pensaron en tener un hijo cuando se casaron hace 25 años y, según el marido, la intérprete volvió a insistir sobre ese asunto en los últimos meses.

Una de las razones de su deseo por aumentar la familia es conseguir un heredero del apellido Gabor después de que las hermanas de la actriz murieran sin descendencia y su única hija, Francesca, usara Hilton en vez de Gabor.

Francesca Hilton nació fruto del segundo matrimonio de Gabor con el magnate hotelero Conrad Hilton quien era bisabuelo de la también famosa Paris Hilton.}




Zsa Zsa Gabor protagonizó títulos como Moulin Rouge" (1952), de John Houston, donde interpretaba a una modelo del pintor Toulouse Lautrec, así como "Lili" (1953), "La Chica del Kremlin" (1957) y "Touch of Evil" (1958).

martes, 12 de abril de 2011

Audrey Hepburn, la mujer más bella del mundo



Ver Biografía en Cine Memorial





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http://www.estrellavalpo.cl
sábado 05 de junio de 2004

Audrey Hepburn, la mujer más bella del mundo



La actriz, una leyenda del cine en los años '50 y '60, acaba de ser nombrada como el rostro más hermoso de la historia. Un título que le hace justicia a esta europea, que conquistó al público con su singular belleza, su talento y su sofisticación

Por Iván Carvajal



"Jamás pensé que saldría en las fotos de las revistas con una cara como la mía", llegó a decir la actriz Audrey Hepburn, quien hace unos días fue elegida en un sondeo como el rostro más bello de todos los tiempos. Periodistas, fotógrafos de moda, maquilladores de artistas y representantes de agencias de modelos, fueron consultados para determinar la lista de las cien mujeres más hermosas, entre las cuales Hepburn tuvo un primer lugar indiscutido.

Un título que no hace más que confirmar una percepción que la actriz generó entre el público desde sus primeras apariciones, a comienzos de los años '50. Su singular belleza angelical, su inigualable elegancia, su sobriedad y sofisticación, fueron adjetivos que siempre acompañaron la carrera de la Hepburn, una mujer que se separó de los cánones estéticos y sociales de las grandes estrellas de Holywood.

"Audrey Hepburn poseyó una rara amabilidad y una belleza interior que irradia cuando sonríe", señaló sobre ella la redactora de la revista de modas Elle, Rosie Green, miembro del jurado que se convocó para la mencionada encuesta, y que determinó que Hepburn fue reconocida por "su personificación de la hermosura natural, su vida sana y su belleza interior y exterior".

Con su esbeltísima y espigada figura (pesaba apenas 50 kilos y medía 1,70), su largo cuello, sus grandes ojos negros y su melodiosa voz, Audrey Hepburn en más de una ocasión fue catalogada como un ángel terrenal. Su fineza y elegancia cautivó también a grandes modistos, como Hubert de Givenchy, quien confeccionó para ella vestidos y trajes que dictaron la pauta de la moda por varios años.

SU LEGADO

El pasado 4 de mayo, Audrey Hepburn habría cumplido 75 años; pero un cáncer al colon truncó su vida en 1993.

La protagonista de filmes como "Desayuno en Tiffany's", "Sabrina" y "Vacaciones en Roma", nació en 1929, en Bruselas, Bélgica. Era hija de la baronesa Ella van Heenstra y del banquero inglés Joseph Victor Henry Ruston. Fue bautizada como Hedda Van Heemstra Hepburn-Ruston, un nombre demasiado complicado para Hollywood y que fue cambiado apenas comenzó su carrera.

Vivió sus primeros años en Holanda, pero tras el divorcio de sus padres, en 1938, se trasladó a vivir a Londres. Allí estudió Danza y Arte Dramático en la Marie Rambert School, pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial, justo cuando comenzaba a destacar en el ballet, la obligó a dejar su incipiente carrera y regresar a Holanda, donde permaneció varios años.

Cuando terminó la guerra, Audrey volvió a Inglaterra, pero ya era tarde para continuar sus estudios de ballet y decidió entonces incursionar en otros ámbitos. Comenzó a trabajar como modelo y en 1949 realizó su debut teatral en los escenarios londinenses, con una buena respuesta de la crítica. Rodó seis películas en Inglaterra y se trasladó a Broadway, pero su golpe de suerte llegaría en 1952, cuando el director William Wyler le ofreció protagonizar la deliciosa comedia "Vacaciones en Roma", cinta que le permitió ganar su primer Oscar y conquistar al público norteamericano, que se rindió ante su belleza y elegancia europea.

Hepburn participó en sólo 27 películas (una cantidad menor, comparada con la que ostetan otras actrices y actores de la época), entre las que destacan "Desayuno en Tiffany's", de 1961, dirigida por Blake Edwards y basada en el relato de Truman Capote; "Charada", de 1963, dirigida por Stanley Donen; "Sola en la oscuridad", de 1967, de Terence Young; e "Historia de una monja", un registro más dramático realizado en 1959, bajo la dirección de Fred Zinneman.

Además del Oscar a la mejor actriz en 1953, fue nominada en otras cuatro ocasiones para ese premio, y ganó galardones como el Bafta Británico y el del Festival de Cine de San Sebastián. Además, es una de los cuatro artistas que han ganado los cuatro premios más importantes de la industria del entretenimiento: el Oscar, el Emmy, el Grammy y el Tony.

Audrey Hepburn también fue incluida en el tercer lugar del ranking del prestigioso American Film Institute, sobre las mayores leyendas del cine norteamericano.

UNA VIDA SENCILLA

La vida privada de Audrey Hepburn siempre se mantuvo alejada del escándalo y la frivolidad que rodea Hollywood. Ni siquiera los rumores sobre su anorexia o su supuesto romance con el actor Albert Finney han sido confirmados, aún después de su muerte. "Era alguien maravillosa. Cualquier recuerdo suyo es imborrable. El mero hecho de trabajar a su lado fue un placer. Fuimos amigos, muy amigos, pero nunca diría nada más de nuestra amistad", declaró el propio Finney, con quien protagonizó "Dos en la carretera".

En 1954, Hepburn se casó con el actor de ascendencia cubana Mel Ferrer, con quien tuvo un hijo, Sean, y del que se divorció en 1968.

Un año después, Audrey se casó con el siquiatra Andrea Dotti, nueve años menor que ella, con quien tuvo a su segundo hijo, Luca Andrea. Hepburn y Dotti se divorciaron en 1982, para luego casarse con el actor holandés Robert Woldes, con quien vivió hasta su muerte, en 1993.

Durante sus últimos años de vida, Hepburn se dedicó a trabajar por causas humanitarias, especialmente a favor de niños desposeídos y víctimas de conflictos bélicos, y fue nombrada embajadora de la Unicef en 1988.

FORMIDABLE FASCINACION

Quien se ha dedicado a escribir sobre la vida de Audrey Hepburn, ha sido precisamente su hijo mayor, Sean, autor de la biografía de la actriz.

"Vacilé mucho para escribir ese libro, sobre todo en una época en que todo el mundo publica cualquier cosa sobre cualquier cosa. Temía ser mal comprendido", ha señalado Sean, quien, pese a ser hijo de actores, nunca se dedicó a la actuación, aunque ha estado ligado siempre al cine como productor y asistente de dirección.

Al parecer, Sean heredó la simplicidad y la sobriedad de su madre, quien puso un paréntesis en su carrera una vez que nació su primer hijo.

En su libro, que es más bien un homenaje, Sean trae de vuelta a la vida a Audrey, sin escudriñar en pasajes oscuros de su vida.

"Mamá deseaba tanto creer en el amor, y trató de encontrarlo en los hombres, primero en mi padre", señala Sean Hepburn Ferrer, quien recuerda a su madre como una mujer marcada por la temprana ausencia de su progenitor.

El hijo también rememora la relación entre ambos actores, que no tuvo un buen final. "La estrella de mi madre no cesaba de ascender, la de él palidecía y él no lo soportó", recuerda.

Sobre su carrera, señala que "al principio quería ser bailarina, pero la suerte decidió otra cosa. Su profesor fue terminante, le dijo que no sería nunca una primera ballerina, y ella no se quejó, no miró para atrás, y decidió luchar por ser la primera en otro campo".

Sean recuerda que "nunca la vi trabajar obsesivamente sus roles; me decía que leía el libreto antes de acostarse y una segunda vez por la mañana. Su energía le venía naturalmente, tenía fe en el amor, en el milagro de la naturaleza, y en la bondad de la vida. Amaba apasionadamente la vida. No la crean una fanática de las dietas. Mamá era una gourmet, cocinaba para nosotros y los amigos. Cantaba y se reía cocinando, hablando horas con sus amigos, se peleaba por lavar los platos y le gustaba repetir que su vida era muy sosa".

"Nunca estuve celoso de la formidable fascinación de ella sobre los hombres. Atraía sus miradas, pero los forzaba a comportarse como caballeros y la respetaban, quizás porque ella no traicionaba a nadie, empezando por sí misma".





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lunes, 11 de abril de 2011

A Valparaíso, Documental de Joris Ivens



http://www.ligasmayores.bcn.cl/tag/valparaiso


Enviado por folclore y cultura chilena. el 07/03/2011 a las 23:35

Un amigo me envía un link para descubrir, documentales antiguos o películas de antaño relacionadas con nuestro País. Como el enviado ya fue publicado anteriormente en esta misma web, (visita de un trasatlántico en el año 1937, mostrando Chile a colores), seguí leyendo en esta página de un chileno radicado en La Serena, que se dió este trabajo de "aglutinar" los videos antiguos de Chile.

Esta buena página web, acá su nombre: Conexiones de Mauricio Bertero, pueden visitarla haciendo clic en los textos en azul.

A Valparaíso.

En 1962 Joris Ivens fue invitado a Chile para enseñar y realizar. Junto a sus alumnos hizo "À Valparaiso", uno de sus documentales más poéticos. Éste, muestra el contraste de la prestigiosa historia de este puerto marítimo con el presente, el documental esboza un retrato de la ciudad, construida sobre 42 colinas, con su abundancia y su pobreza, su día a día en las calles, las escaleras, las vías del tren y los bares. Aunque el puerto ha perdido su importancia, el rico pasado todavía está presente en la ciudad. El film se hace resueno de esta situación ambigua en su estilo poético y dialectal, entretejiendo la realidad de la vida cotidiana (de 1963) con la historia de la ciudad y cambiando del blanco y negro al color. Finalmente nos deja con una perspectiva esperanzadora para los niños que juegan en las escaleras y colinas de esta bonita ciudad.

El video

Dirigido por el documentalista holandés Joris Ivens, con guión de Chris Marker y con la participación de Patricio Guzmán en asistencia de cámara, este documental ofrece una 'sinfonía urbana' hermosa y políticamente comprometida del puerto de Valparaiso.

Ivens nos introduce en el singular paisaje de un lugar que habita con un pie en el cerro y otro en el mar; y entre un pasado de glorias y un presente de deterioro y carencias. Con perfecto ritmo visual, nos presenta no la imagen-postal de la ciudad sino sus contradicciones y singularidades, indagando así en la vida cotidiana de sus habitantes y ofreciendo finalmente un panorama complejo y diverso sobre la vida en el puerto.

Este año se estrenó esta versión remasterizada de "A Valparaíso". "El gran valor de esta muestra es que hasta ahora habían circulado muchas copias de calidad regular, pirateadas de la televisión, y ésta es la primera aparición pública de la restauración realizada por la Fundación Joris Ivens de Holanda", comenta Alfredo Barría, director del Festival de Cine que se realizó recientemente en el Museo Naval Marítimo del puerto.

Así, cuenta que uno de los grandes cambios estuvo en la calidad de la imagen, el trabajo con el color y la secuencia final, "que ha sido una absoluta novedad para el público", pues en el documental aparecen algunos planos que no estaban en las copias divulgadas hasta ahora.

"A Valparaíso" es un documental de creación, con un narrador en off (francés) y sin entrevistas. Por eso considera que "hay una propuesta poética de Ivens, uno de los grandes documentalistas políticos del siglo XX. Y es curioso, porque siendo un militante, con trabajos en Vietnam y la revolución cubana, recaló en Chile para (en 1962) rodar esta película, que muestra las abismales diferencias sociales que existen entre los habitantes del puerto en esa época".

El realizador



Ivens es uno de los fundadores más influyentes y prolíficos del documental del siglo XX. Sus documentales demuestran un gran interés socio-político así como una distinguida e innovadora cualidad audiovisual. Ya de joven, Ivens, jugó un papel prominente en la vanguardia cinematográfica internacional debido a las influencias que obtuvo del Expresionismo alemán y de la Vanguardia rusa. En los años treinta se consolidó como un director que utilizaba el medio cinematográfico para reflexionar sobre los acontecimientos a escala global, con temas como el Socialismo Soviético, la Guerra Civil española, la lucha de Indonesia por la independencia y las revoluciones de Cuba y China.

Ivens hizo más de 80 películas en 20 países utilizando un lenguaje fílmico ingenioso para apoyar a la gente en su afán y esfuerzo por el progreso social, en su lucha contra el fascismo y los principios colonialistas. Sus documentales demuestran un profundo interés en retratar el mundo y sus habitantes durante el siglo veinte, una era de grandes cambios e innovación, marcada por un estilo cinematográfico que se mueve entre los límites del arte y la propaganda.

El video ha sido subido a Internet por la revista Bifurcaciones. A muchos, les traspasará un sentimiento de tristeza por la pobreza de Valparaíso en los años '60, fiel retrato de un Chile que se nos fue. Atmósfera similar a la Italia de la postguerra o a España después de la Guerra Civil. Sin duda, un gran documento histórico para las generaciones que no conocieron como fue la vida en el siglo XX. Que lo disfruten.



... a Valparaíso from bifurcaciones on Vimeo.

Les dejo los link para que disfruten de esta web, donde encontrarán otros videos y material cultural para nuestro deleite...
http://mauriciobertero.espacioblog.com/
http://www.lacoctelera.com/

Fotografías y textos de la página web: Reflexiones de Mauricio Bertero.
Etiquetas: Valparaíso Escritos Lugares Chile Documental
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http://www.latercera.com
lunes 22 de noviembre de 2010

Publican libro con fotos inéditas de Chile en los años 60 y 70



Chile en la retina. Fotografías 1957-1973, reúne el trabajo nunca antes visto de Patricio Guzmán, fotógrafo chileno radicado en Canadá.

por Denisse Espinoza

En medio de la pampa, con la salitrera Chacabuco de fondo, se desarrollaría Cuatro cantos al desierto, el documental de Carlos Sapiaín en el que Illapu, Intillimani, Quilapayún y Tito Fernández iban a interpretar su música bajo el quemante sol nortino.Corría 1973 y el golpe de Estado frustró los planes: la película nunca se hizo y los pocos registros quedaron perdidos en las oficinas de Chilefilms. Parte de ellos fueron las imágenes tomadas por el treintañero fotógrafo Patricio Guzmán, quien luego partiría al exilio. Nunca supo de las fotos.

Su esposa, Amaya Clunes, escenógrafa del Teatro Experimental de la U. de Chile, fue exonerada de la casa de estudios y juntos partieron a Hungría y luego a Canadá, donde viven hace 28 años. Atrás quedó la carrera fotográfica de Guzmán en revista Paula, el diario El Mercurio y el Laboratorio de Fotografía de la Universidad de Chile, así como sus trabajos en cine junto a Sergio Bravo y Joris Ivens. Se trata de más de un millar de fotografías sobre la vida capitalina, la geografía local y retratos a personalidades de la época que quedaron guardados.

Parte de ese registro es rescatado en el libro Chile en la retina: fotografías 1957-1973, que acaba de llegar a librerías. Además, ahora hay una selección de ocho fotos que se exhibe en la estación Metro Santa Lucía hasta fines de enero. "El libro se me ocurrió tarde, si hubiese trabajado en él 20 años atrás otro gallo cantaría. He pensado muchas veces en volver a Chile, pero estoy viejo y aquí no tengo nada. Sólo quiero poder mostrar mi trabajo y dedicarme a reunir y ordenar mi archivo, que son más de cinco mil fotos", cuenta Guzmán.

Domingos en la Quinta

En los años 50, Guzmán se formó bajo el alero del fotógrafo modernista Antonio Quintana, trabajando cuatro años como su ayudante. De él heredó un ojo certero para registrar las perspectivas, armar escenas colmadas en líneas armónicas y capturar con sinceridad el rostro del pueblo chileno. "Fue un padre espiritual para mí, tenía gran vocación de enseñanza. Todo lo que soy como fotógrafo se lo debo a él", dice Guzmán. En los años 60, el fotógrafo comenzó a trabajar en el cine experimental con el director Joris Ivens, para filmes como A Valparaíso (1962), El circo más pequeño del mundo (1963) y El tren de la victoria (1964).

Otro de sus proyectos inconclusos fue un documental sobre Pablo Neruda, que estaba haciendo bajo la dirección de Sergio Bravo. Neruda, ese desconocido, mostraría la vida del poeta en Isla Negra y recrearía su huida a Argentina en 1949, cuando era perseguido por el gobierno del Presidente Gabriel González Videla. "La película nunca se hizo por problemas entre el director y el productor. Luego del golpe, lo seguro es que se hayan quemado las latas que existían. Sólo quedaron mis fotos", dice Guzmán. En el libro se pueden ver retratos inéditos al autor de Canto general y a su pareja Matilde Urrutia y a otras figuras, como Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende, Camilo Mori, Patricio Bunster y Víctor Jara, a quien fotografió para varios discos del sello Emi/Odeon.

Sin embargo, los registros favoritos del fotógrafo son las imágenes aéreas de Chile: Guzmán se paseó desde el desierto hasta la Antártica con una cámara Hasselblad, con la que ni siquiera necesitaba mirar el visor para realizar los disparos. El fotógrafo también valora especialmente un reportaje editado por Sergio Larraín para el diario La Nación, a fines de los 60, sobre los domingos en la Quinta Normal. "Era un verdadero fenómeno sociológico, donde se reunían todo tipo de personajes. Tengo tres álbumes repletos de fotos. La idea es publicar con ediciones Lom un libro con esas fotos para el 2011", concluye el fotógrafo.

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domingo, 10 de abril de 2011

Publican biografía de la princesa de Mónaco y actriz Grace Kelly

Emol.com
El Mercurio
Cultura y Espectáculos
Sábado 9 de Abril de 2011 09:06

EFE

El libro recorre los momentos más importantes en la vida de la madre de Carolina de Mónaco.


Foto: El Mercurio

MADRID.- El escritor Donald Spoto, autor de biografías de personajes del cine como Marilyn Monroe, Audrey Hepburn o Alfred Hitchcock, se acerca ahora a la figura de la actriz y princesa de Mónaco, Grace Kelly, una mujer "cálida, cercana, muy sensual, inteligente y de una belleza incomparable".

Conocida por ser la musa del maestro del suspense, Alfred Hitchcock, y posteriormente por contraer matrimonio con el príncipe Rainiero III de Mónaco, Grace Kelly falleció en 1982 en un accidente de tráfico.

Casi tres décadas después de su muerte, Spoto publica su biografía, un recorrido por los momentos más importantes de la vida de la actriz, las relaciones con su familia y amigos, sus inquietudes y deseos, para "mostrar a una Grace Kelly mucho más cercana" y desmentir el tópico de que era "más que una cara bonita".

"Fue una mujer fuerte, luchadora. Inicialmente podía parecer algo tímida, pero cuando la conocías te dabas cuenta de que era cercana, cálida y muy sensual. No se daba aires de nada, era divertida e irónica, muy inteligente y tenía una belleza incomparable", explica Spoto en una entrevista a EFE.

En el libro, el biógrafo estadounidense recopila los momentos más significativos de la infancia de la actriz, y poco a poco va desgranando, como si de un relato se tratara, el desarrollo vital de la que se convirtiera en uno de los rostros más queridos de Hollywood.

Aunque empezó a formarse en escenarios teatrales y sus comienzos fueron "duros", Kelly no tardó en hacerse un hueco entre los grandes del cine como Gary Cooper, Cary Grant, James Stewart o Bing Crosby.

Ganadora del Oscar a la mejor actriz protagonista en 1954 por "The country girl", Kelly trabajó en películas como "Green fire", de Andrew Marton; "The swan", de Charles Vidor; o "Mogambo", de John Ford.

Bajo las órdenes de Alfred Hitchcock, grabó tres títulos: "Rear window", "Deal M for muder" y "To Catch a Thief".

"Hitchcock pronto la consideró su actriz predilecta. Escuchaba siempre sus sugerencias, la respetaba y la admiraba. Permitía que Grace hiciera cambios en su vestuario, cosa que no aceptaba de ningún otro actor. Trabajaron brillantemente juntos, y su relación de amistad duró hasta su muerte", afirma.

Sin embargo, después de "To Catch a Thief", la actriz no volvería a trabajar con el director de "Psycho", pues el matrimonio con el príncipe Rainiero de Mónaco en 1956 puso fin a su carrera cinematográfica.

"Hitchcock se sintió decepcionado cuando Grace se retiró del mundo de la interpretación en 1956, aunque siempre tuvo la esperanza de que volvería, de hecho, cuando comenzó el rodaje de 'Marnie', le ofreció si éxito el papel protagonista. Pero, aunque Grace siempre echó de menos su vida en Estados Unidos, no volvió", señala. Del matrimonio con Rainiero de Mónaco, nacieron tres hijos, Carolina, Alberto y Estefanía.

El 14 de septiembre de 1982, Gracia de Mónaco murió en un dramático accidente de coche en el principado de Mónaco, cuando iba conduciendo por la carretera que lleva a Montecarlo. Viajaba junto a su hija menor, Estefanía, quien no sufrió graves daños. Grace Kelly fue enterrada en la Catedral de San Nicolás de Mónaco en 1982.

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miércoles, 6 de abril de 2011

Elizabeth Taylor debía parte de su belleza a una extraña mutación genética

www.emol.com
Miércoles 6 de Abril de 2011 12:33


La actriz padecía de distiquiasis congénita, enfermedad que provoca la aparición de una doble fila de pestañas en los párpados.

No siempre la distiquiasis congénita ayuda a mejorar la apariencia de los ojos, pues muchas veces el exceso de pestañas produce daños a la cornea.
Foto: El Mercurio

SANTIAGO.- Los ojos de la difunta actriz Elizabeth Taylor constituían una de las partes de más atractivas de su cuerpo. Su color violeta era único en el cine, como también sus abundantes pestañas negras, las que siempre lucían como si estuviesen maquilladas.

La ganadora del Oscar poseía este tipo de pestañas porque padecía una rara mutación genética llamada distiquiasis congénita, la cual genera una fila de pestañas adicional. esta segunda capa suele estar constituida por pestañas más cortas, delgadas y claras que las normales.

La afección de la actriz fue destapada por el sitio Huffington Post, el cual recurrió a un especialista para explicar el fenómeno genético.

"Esta mutación en las pestañas no siempre ayuda a realzar la belleza, como es el caso de Taylor. Al contrario, puede producir graves problemas en la cornea. Además, un 7% de las personas que sufren esta malformación también tiene problemas congénitos de corazón", indicó el especialista.

El actor Roddy McDowall, con quien Taylor compartió en la película "Lassie Come Home" explica que "en el primer día de filmación (de ""Lassie"), los productores la miraron y dijeron 'quiten a esa niña del set. Tiene mucho maquillaje, mucha mascara en los ojos' y fueron corriendo a quitarle el maquillaje, pero ahí se supo que no llevaba nada puesto".

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sábado, 2 de abril de 2011

Este era el secreto mejor guardado de Liz Taylor

http://www.lun.com/
Domingo, 03 de Abril de 2011





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http://www.dailymail.co.uk
Sunday, Apr 03 2011

A goddess revealed: Intimate portrait of Liz Taylor at 24 seen for the first time
By Liz Thomas
Last updated at 2:23 PM on 2nd April 2011

Countless photographs have paid homage to Liz Taylor’s fabulous figure. But none has been so revealing as this.

A private collector has released the only known picture of the star – then aged 24 – posing nude. It is understood to be the first time the photo has been shown publicly.

It was an engagement gift from Miss Taylor to producer Michael Todd, who was her third husband.


Fabulous: Elizabeth Taylor aged 24 in the photograph she gave to third husband Michael Todd. The picture was taken by one of her closest friends, actor and photographer Roddy McDowall

The picture was taken by one of her closest friends, actor and photographer Roddy McDowall. He persuaded her to pose naked by promising her it would be done tastefully.

She then gave it to Todd as a present after he proposed in 1956 – the pair married a few months later but the relationship was tragically short-lived.

Todd was killed 13 months after their wedding day when his private plane crashed during a storm over New Mexico.


Elizabeth Taylor with third husband Michael Todd and her sons Christopher and Michael


Old friends: Roddy McDowall and Elizabeth Taylor, years after her nude picture was taken

A devastated Miss Taylor is believed to have given the nude photograph to her assistant and make-up artist Penny Taylor.
It was bought by private collector Jim Shaudis in 1980 and had been thought lost. But after her death from heart failure last week aged 79, he decided to show the image publicly for fans of the star.

Since her death there have been a string of revelations and allegations about Dame Elizabeth’s past.

Most recently it has been claimed that she was born at a ‘swingers’ party’ in a Cheshire village, rather than London, which is what is written on her birth certificate.

It was said that her father, the art dealer Francis Taylor, and his actress wife Sara regularly attended disreputable gatherings in the village and were said to be ‘the swingers of their day’.


Sexual chemistry: Elizabeth Taylor with Paul Newman in 1958's Cat On A Hot Tin Roof


Elizabeth Taylor as a child star in 1940 (left) and with future husband Richard Burton in Cleopatra (right)


Hollywood great: Elizabeth Taylor in her 1950s prime

It has also been claimed that she was the product of an affair and her real father was actually the millionaire Conservative MP Victor Cazalet, who became her godfather.

And in recently revealed love letters, a 17-year-old Elizabeth shared her dreams with her fiance before later agonising about returning an engagement ring when the relationship soured.
The handwritten letters are from 1949, when Taylor was engaged to William Pawley Jr, who was in his 20s and the son of a wealthy American businessman and ambassador.


Young love: One of Elizabeth Taylor's handwritten love letters to her fiance William Pawley in 1949

'I received your wire this morning about sending the ring and bracelet to New York,' Taylor wrote to Pawley in a letter dated September 20, 1949, when their relationship was ending.

'I have the ring on now. It is sparkling so beautifully in the sunshine. I suppose this will be the last time I have it on - for a while at least. Take good care of it, Darling, for my heart is embedded right there in the center of it.'
The actress was buried earlier this week on a quiet hill outside Los Angeles in a small private ceremony.


Brief romance: ElizabethTaylor, aged 17 in this picture, with fiance William Pawley - son of a wealthy American businessman and ambassador - in Miami, Florida in 1949

She spent the last six weeks of her life in hospital and died of heart failure.

One of her last Twitter messages read simply: ‘I’ll let you know when it is all over. Love you, Elizabeth.’

The star had been plagued by health problems all her life. She estimated she had almost died four times.

Read more: http://www.dailymail.co.uk/tvshowbiz/article-1372513/Elizabeth-Taylors-nude-portrait-24-seen-time.html#ixzz1IR8XPTTq
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Liz Taylor retratada por Truman Capote









2Como Marilyn Monroe y Judi Garland, Elizabeth Taylor tenía "un extremismo emocional, una necesidad peligrosamente intensa de ser amadas más que de amar, el impetuso deseo de un jugador incompetente de romper una mala racha", dice Capote, quien las conoció a las tres. En la foto, la actriz durante la filmación de Cleopatara.


1El perfil de Elizabeth Taylor está incluido en el libro Retratos, de Truman Capote (Editorial Anagrama). El escritor también reseña a otras figuras, como Marilyn Monroe y Richard Burton.

3
4La gente la espera a la salida de la clínica en Londres, en 1961, donde estuvo muy grave.


5En 1950 con Mike Todd, uno de sus maridos, que murió en un accidente.


6En el apogeo de su belleza.

7Con Richard Burton, su gran amor, "Es la mujer más excitante que he conocido", dijo él.

8El escándalo: Liz se quedó con el marido de Debbie Reynolds, en 1957. Ella después la perdonó.

9Con su amigo, Montgomery Clift.
10En 1959 filmando Un lugar en el sol.

11"La cara, con esos ojos de color lila, es el sueño de un presidiario, el rostro ansiado por cualquier secretaria", escribió Capote.

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sábado 2 de abril de 2011

En 1974, Capote escribió una emotivo perfil de la actriz, muerta la semana pasada a los 79 años. En el relato describe a una mujer mucho más inteligente de lo que se pensaba, lectora compulsiva, y a la que sus parejas no le llegaban ni a los talones. Aquí publicamos el texto completo.


Hace algunos años, algo más de quince, un amigo y yo decidimos incluir en el programa de actividades sociales neoyorquinas la convocatoria de una serie de almuerzos con invitado sorpresa; la idea parecía suficientemente divertida para febrero, el mes más aburrido en Nueva York, así que mi amigo y yo invitamos a otros cuatro amigos a un almuerzo en un departamento. La idea consistía en que cada uno de los seis comensales aportase un invitado adicional, un invitado "misterioso", de ser posible alguien interesante y famoso, pero al que el resto de los comensales, o al menos la mayor parte de éstos, no conociera personalmente. Yo elegí al doctor J. Robert Oppenheimer, pero ya tenía un compromiso; la verdad es que ya no recuerdo a quién llevé.

Pero sí recuerdo el aporte de Lady Keith, que era en aquel entonces la señora Leland Hayward. Lady Keith, a la que sus amigos llaman Slim, es una alta y juguetona aristócrata criada en California (el norte de California, habría que especificar), dueña de las más hermosas piernas, tobillos y pies existentes. Su "sorpresa", Elizabeth Taylor, era, en comparación, prácticamente una enana; sus piernas, como las de la señora Onassis, resultan demasiado cortas para su torso, y la cabeza es excesivamente voluminosa en relación con el conjunto; pero la cara, con esos ojos de color lila, es el sueño de un presidiario, el rostro ansiado por cualquier secretaria: irreal e inalcanzable, y al mismo tiempo tímida, excesivamente vulnerable y muy humana, con un leve brillo de suspicacia resplandeciendo en el fondo de aquellos ojos lila.

Ya habíamos coincidido en una ocasión, una tarde de verano, en la granja de un amigo común en Connecticut. En aquel entonces su tercer marido, el fuerte, bajo y atractivo Mike Todd, aún no había sufrido el accidente aéreo, aún estaba vivo y casado con aquella hermosa criatura que parecía colada por él.

A menudo, cuando las parejas hacen ostentosas exhibiciones de sí mismas, besándose, abrazándose y sobándose a todas horas..., bueno, uno suele imaginarse que la relación debe estar pasando por serias dificultades. Pero con ellos no fue así. Los recuerdo, aquella tarde, tomando el sol, echados en un campo lleno de margaritas, cogidos de la mano y besándose mientras una camada de seis u ocho gruesos cachorros de perro de terranova se revolcaban sobre sus estómagos y se enredaban con sus cabellos.

Pero no fue hasta que la reencontré como invitada de Slim Hayward que Elizabeth Taylor me impresionó, al menos como persona; como actriz siempre me había gustado, desde Nacional Velvet en adelante, pero sobre todo en el papel de la chica rica en Un lugar en el sol.

En los años que habían pasado desde nuestro primer encuentro, le habían sucedido muchas cosas, pero las dos peores eran que Mike Todd había muerto y que ella se había casado con el "cantante" Eddie Fisher, un hecho casi tan incongruente como las nupcias griegas de la señora Kennedy. Sin embargo, ninguno de estos sucesos había debilitado el febril encanto que, como una luz ligeramente parpadeante, irradia Elizabeth Taylor.

El almuerzo fue largo y hablamos mucho. Mi primer descubrimiento sobre ella fue que, a pesar de una graciosa abundancia de tacos, resultó ser, en diversos ámbitos, una moralista bastante estricta, casi calvinista. Por ejemplo, le perturbaba la idea de interpretar a la malhadada y hedonista heroína de Una mujer marcada de John O'Hara; tenía un contrato inquebrantable que la obligaba a hacer el papel (por el que ganaría un Oscar), pero le hubiera encantado poder dejarlo correr, porque: "No me gusta esa chica. No me gusta lo que representa. Su sórdida vacuidad. Los hombres. El acostarse con todo el mundo".

En ese momento me acordé de una conversación con Marilyn Monroe (no pretendo comparar a Elizabeth Taylor con Marilyn Monroe; eran pájaros de diferente plumaje, la primera una profesional de decisiones, la otra una mujer primaria, una insegura patológica dotada de un talento natural). Pero los planteamientos morales de Marilyn eran parecidos: "No soy partidaria de las relaciones de una noche. Acertada o equivocadamente, si voy por un hombre, siento que debo casarme con él. No se por qué; tal vez sea una estupidez, pero yo lo veo así. Y si no es eso, entonces tiene que significar algo más que una relación meramente física. Resulta gracioso, teniendo en cuenta la reputación que tengo, y que quizá merezca. Aunque a mí no me lo parece. Me refiero a que me la merezca. La gente no entiende lo que te puede pasar sin tu auténtico consentimiento; consentimiento interior".

La segunda sorpresa fue descubrir lo muy leída que parecía ser Elizabeth Taylor; no quiero decir que hiciera ostentación o que se las diese de intelectual, pero resultaba evidente que le interesaban los libros y, aunque de una manera desordenada, había leído muchos. Y hablaba sobre ellos con una considerable comprensión del proceso creativo. En resumidas cuentas, hacía que uno se preguntase sobre los hombres de su vida; con la excepción de Mike Todd, que hacía gala de cierta brillantez y desparpajo, el resto de sus maridos hasta aquel momento -Nicky Hilton Wilding y el señor Fisher- no habían destacado precisamente como luminarias; ¿de qué demonios podía hablar con ellos aquella mujer tremendamente despierta y de mente rápida? "Bueno, una no siempre logra cobrar la pieza que desearía. A algunos de los hombres que realmente me gustaban, no les gustaban las mujeres".

Y entonces empezamos a hablar de un amigo común, Montgomery Clift, el joven actor con el que había compartido cartel en Un lugar en el sol, y por el que experimentaba un sentimiento protector. "¿Sabes?", me comentó, "ocurrió en mi casa. O mejor dicho, justo después que dejase mi casa. Había bebido mucho y perdió el control del coche. Estaba realmente muy bien antes de eso..., antes del accidente. Bueno, siempre había bebido demasiado..., pero fue después del accidente cuando se convirtió en un adicto a todas esas pastillas y calmantes. Y nadie sale indemne de eso a perpetuidad. Hace más de un año que no lo veo ¿y tú?".

Le dije que sí, que lo había visto. Me llamó pocos días antes de Navidad y parecía en forma. Me preguntó si tenía algún compromiso para comer, y como no lo tenía, pues sólo pensaba ir de compras navideñas, me propuso invitarme a comer a Le Pavillon si le llevaba conmigo. Durante el almuerzo bebió un par de martinis, pero estuvo sensato y muy divertido; sin embargo, al salir se metió en el lavabo de caballeros, y allí debió de tomarse algo, porque al cabo de unos veinte minutos volaba.

Estábamos en Gucci y él había escogido y amontonado sobre un mostrador unas dos docenas de carísimos jerséis. De pronto, los agarró todos y salió caminando tranquilamente a la calle, donde estaba lloviendo a cántaros. Tiró los jerséis al suelo y empezó a darles patadas.

Los empleados de Gucci se lo tomaron con calma. Uno de los dependientes sacó un bolígrafo y un talonario de facturas y me preguntó: "¿A nombre de quién debo cargar estos jerséis?". El hecho era que, realmente, no lo sabía. Dijo que necesitaba alguna identificación, así que salí a la calle, donde Monty seguía propinando patadas a los jerséis (observado por un creciente grupo de mirones), y le pregunté si tenía alguna tarjeta de crédito. Me miró con una altivez absolutamente maníaca y desproporcionada y me dijo: "¡Mi rostro es mi tarjeta de crédito!".

El rostro de Elizabeth Taylor, con esos ojos siempre tan acuosos, adquirió un aire aún más brumoso. "No puede seguir así. Eso lo va a matar". Estaba en lo cierto: lo hizo. Y si no lo hizo antes fue en gran medida gracias a la comprensión e insistencia de Elizabeth, en un período en el que los productores se mostraban reticentes a contratar a Clift y en el que trabajaron juntos en De repente, el último verano, que fue la última actuación destacable del actor y una de las mejores de Elizabeth Taylor, con la excepción, muchos años después, de la finura, mal genio e histeria contenida con las que enriqueció el papel de la esposa alcohólica en ¿Quién teme a Virginia Woolf? de Albee.

Pasaron varios años antes de que volviéramos a encontrarnos, en esa ocasión en Londres, donde ella estaba esperando el momento de poner rumbo a Roma y al papel de protagonista en aquella Cleopatra predestinada al fracaso. Ella y el "Pinche", tal como llamaban muchos de sus amigos al señor Fisher, vivían en un ático del Dorchester.

Yo ya había estado a menudo en aquel ático, porque otro amigo había vivido en él. Oliver Messel lo había remodelado, y era bastante bonito, o lo había sido; durante la estancia de Elizabeth Taylor, las habitaciones estaban tan repletas de gatos en plena muda de pelo, de perros en estado semisalvaje y de una atmósfera global de caótica mezcolanza, que no era fácil rastrear el toque de Messel.

La primera noche que vi a Elizabeth Taylor en aquel entorno, intentó por todos los medios endosarme un encantador gatito que había recogido en la calle. "¿No? ¡Qué malo que eres! No puedo cargar con toda esta...", y abrió los brazos en un gesto que englobaba la magnitud de sus cargas: bichos suficientes para proveer a una tienda de animales, un secretaria que estaba sirviendo bebidas, una doncella que entraba y salía de la habitación con paso rápido, desplegando unos vestidos que acababan de traer ("Vienen todos de París. Pero la mayoría tengo que devolverlos. No puedo permitírmelos. No tengo un centavo. Y él tampoco. Debbie Reynolds, con perdón por la expresión, se lo ha chupado todo".), por no mencionar al "Pinche", que estaba sentado en el sofá, frotándose los ojos como si estuviera tratando de desperezarse después de echar una cabezada.

-¿Que pasa? -le preguntó ella-. ¿Por qué no paras de frotarte los ojos?

-¡Es por la lectura! -se quejó él.

-¿Qué tanta lectura?

-Aquello que me dijiste que tenía que leer. Lo he intentado. Pero no puedo.

Ella apartó los ojos de él desdeñosamente.

-Se refiere a Matar a un ruiseñor. ¿Lo has leído? Acaban de publicarlo. Me parece un libro maravilloso.

Sí, lo había leído de hecho, le comenté, la autora Harper Lee, era una amiga de mi infancia. Crecimos juntos en una pequeña ciudad de Alabama, y su libro era más o menos autobiográfico, un roman à clef; y la verdad es que se suponía que Dill, uno de sus personajes principales, era yo.

Ya lo ves -le dijo ella a su marido-. Puede que no tenga muchos estudios, pero de un modo u otro, sabía que lo que contaba en el libro era real. Me gustan las cosas reales.

El "Pinche" le lanzó una extraña mirada.

-Oh, ¿de verdad?

Al cabo de unos días, le telefoneé una mañana, y fui informado por su secretaria de que estaba en el hospital, algo que la prensa vespertina de Londres confirmó: LIZ EN ESTADO CRÍTICO.

Cuando el señor Fisher se puso al teléfono, el hombre ya estaba inclinado hacia el abismo de las lamentaciones: "Parece que voy a perder a mi nena". Se le veía apesadumbrado, aunque no con la elegancia que él pretendía.

Entonces me enteré de que finalmente ella no había muerto, así que me pasé por el hospital para llevarle algunos libros y, para mi sorpresa, fui conducido directamente a su habitación. Me quedé muy impresionado por lo pequeña que era; al menos no estaba en una sala común, pero aquel claustrofóbico armario, completamente copado por una estrecha cama metálica y una silla de madera, no parecía un anfiteatro apropiado para la lucha entre la vida y la muerte de una reina de la pantalla.

Estaba muy animada, a pesar de que era patente que había pasado por un horrible trance. Se la veía mucho más blanca que las sábanas del hospital, y sus ojos, sin maquillaje, parecían amoratados e hinchados, como los de un niño lloroso. Se estaba recuperando de una neumonía. "Tenía el pecho y los pulmones llenos de una especie de espeso fuego negro. Tuvieron que hacerme un agujero en la garganta para drenarme el fuego. Fíjate", dijo, señalándose una herida en la garganta obturada con un pequeño tapón de goma. "Si me quito esto, me quedo sin voz", y se lo quitó y, efectivamente, se quedó sin voz, cosa que me alteró de una manera que la divirtió.
Se estaba riendo, pero yo no oí su risa hasta que se reinsertó el tapón. "Ha sido la segunda vez en mi vida que he sentido que me moría, que he tenido la certeza. O tal vez la tercera. Pero ésta ha sido la más real. Era como cabalgar sobre un mar encrespado. Y deslizarse después tras la línea del horizonte. Con el rugido del mar metido en la cabeza. Supongo que en realidad era el ruido de mi dificultosa respiración. No", dijo, respondiendo a una pregunta, "no estaba asustada. No tuve tiempo para estarlo. Estaba demasiado ocupada luchando. No quería traspasar ese horizonte. Y no lo haré. Eso no me va".

Tal vez no; no como a Marilyn Monroe y a Judy Garland, que habían suspirado por traspasar ese horizonte y algún arco iris aún más oscuro y antes de lograrlo intentaron el viaje en innumerables ocasiones. Pero, a pesar de todo, había ciertos rasgos comunes que las hermanaban a las tres, Taylor, Monroe y Garland; conocí bastante bien a las dos últimas, y sí, realmente había algo. Un extremismo emocional, una necesidad peligrosamente intensa de ser amadas más que de amar, el impetuoso deseo de un jugador incompetente de romper una mala racha.

-¿Te apetece un poco de champán? -me preguntó, señalando una botella de Dom Perignon puesta a enfriar en una cubeta junto a la cama-. Se supone que no debo beber. Pero... bueno. Quiero decir que cuando has pasado por lo que he pasado yo...

Se rió y una vez más se destapó la incisión de la garganta, silenciando su risa.

Descorché el champán y llené dos espantosos vasos blancos de plástico del hospital.

-¡Ah! -suspiró-, ¡qué maravilla! Me encanta el champán. El problema es que provoca un mal aliento crónico. Dime, ¿has pensado alguna vez que te estabas muriendo?

-Sí. Una vez tuve una inflamación de apéndice. Y en otra ocasión, vadeando un riachuelo, me mordió una serpiente de agua.

-¿Y tuviste miedo?

-Bueno, era un crío. Claro que tuve miedo. No sé si ahora lo tendría.

Reflexionó, y dijo:

- Mi problema es que no puedo permitirme morir. No es que tenga ningún gran compromiso artístico..., antes de lo de Mike, antes de lo que le pasó, estuve planteándome dejar el cine; pensaba que ya estaba harta de ese maldito asunto... Sólo compromisos económicos y afectivos; ¿qué sería de mis hijos? ¿O de mis perros, bien mirado? -Se había acabado el champán. Le serví otro vaso, y cuando volvió a hablar parecía estar haciéndolo básicamente consigo misma-: Todo el mundo quiere vivir. Incluso cuando no quieren, cuando creen que no quieren. Pero de lo que estoy segura es que me va a suceder algo. Algo que lo cambiará todo. ¿Que crees que puede ser?

-¿Amor?

-¿Qué clase de amor?

-Bueno... ¡Oh! El típico.

-No puede ser nada típico.

-Entonces, ¿quizá una experiencia religiosa?

-¡Vaya tontería! -Se mordisqueó el labio, preocupada. Pero al cabo de un rato rió y dijo-: ¿Qué tal amor combinado con una experiencia religiosa?

Pasaron varios años antes de que volviésemos a encontrarnos, y cuando eso sucedió me pareció que era yo el que se estaba sumiendo en una experiencia religiosa. Era una noche de invierno en Nueva York, y yo estaba en una limusina con Elizabeth Taylor y Richard Burton, el talentoso vástago de un minero que había sustituido al "Pinché".

El chofer del actor estaba alejándose, o trataba de hacerlo, de un teatro de Broadway en el que Burton actuaba. Pero el coche no podía avanzar debido a los miles, realmente miles, de personas que alborotaban en la calle, vitoreando y aullando, empeñados en ver un instante a los amantes más célebres desde que la señora Simpson se dignó aceptar a su rey. Caras húmedas y fantasmales se aplastaban contra las ventanillas del coche; fornidas muchachas en un exaltado estado de excitación libidinosa aporreaban el techo; y cientos de personas que salían de otros teatros se encontraban de pronto absorbidas por la concentración de alegres llorosos fanáticos admiradores de la pareja Burton-Taylor. La escena era como un alud que hubiera quedado bloqueado y que nada, ni siquiera un pelotón de policías a caballo acosando a la multitud con sus porras -con bastantes buenos modos- podía mover.

Era evidente que a Richard Burton, un hombre de ojos claros, melodiosa voz de acento galés y tez tan áspera que se podía encender un fósforo en ella, le encantaba aquel follón.

-Es todo un fenómeno -comentó sonriendo con una perfecta sonrisa repleta de costosos dientes-. Elizabeth viene todas las noches a buscarme después de la función, y cada vez aparecen estos..., estos..., estos...

-Maniacos sexuales - interpuso fríamente su esposa.

-Estas multitudes entusiastas -le corrigió él, con un ligero tono de reprimenda-, esperando..., esperando...

-A ver a un par de monstruos pecadores. Por el amor de Dios, Richard, ¿no te das cuenta de que el único motivo de que ocurra esto es que piensan que somos unos pecadores y unos monstruos?

Un viejo que se había subido sobre el capó empezó a gritar obscenidades cuando de pronto el coche emprendió una abrupta huida y él resbaló del capó y cayó bajo los cascos de los encabritados caballos.

Elizabeth Taylor estaba trastornada.

-Eso es lo que siempre me preocupa. Que alguien salga mal parado.

Pero a Richard Burton no parecía importarle.

-Sinatra estaba con nosotros la otra noche. No lograba sobreponerse. Dijo que nunca había visto nada parecido.
Estaba realmente impresionado.

Bueno, era de verdad impresionante. Y deprimente. A Elizabeth Taylor la deprimía, y cuando por fin llegamos al hotel en que se hospedaban -y en el que se había concentrado otro grupo para aclamar su llegada-, se sirvió una especie de vodka triple. Y Richard Burton hizo otro tanto.

El champán siguió al vodka, y el servicio de habitaciones trajo un bufé de madrugada, no precisamente maravilloso, del que Burton y Taylor dieron cuenta con voracidad; me he percatado de que los actores y bailarines parecen sentir a todas horas un incontrolable apetito, a pesar de lo cual su peso se mantiene en un extraño y etéreo nivel (incluida Elizabet Taylor, a la que nunca, cuando no está ante las cámaras, se le ve tan rolliza como en algunas ocasiones aparece en las fotografías; la cámara tiene la tendencia a añadir unos quince kilos: y en eso ni siquiera Audrey Hepburn es una excepción).

Gradualmente uno iba tomando conciencia de la excesiva tensión entre ellos dos, con constantes confrontaciones verbales, una réplica reminiscente del marido y la mujer de ¿Quién teme a Virginia Woolf? A pesar de todo, era la tensión de una aventura amorosa de dos personas que han contraído un mutuo compromiso físico y psíquico. Jane Austen afirmó en cierta ocasión que toda la literatura giraba en torno a dos temas: el amor y el dinero. Richard Burton, un conversador excepcional, abarcó el primer tema ("Amo a esta mujer. Es la mujer más interesante y excitante que he conocido jamás") y el segundo ("Me interesa el dinero. Nunca he tenido un centavo y ahora lo tengo, y quiero..., bueno, no sé que consideras ser rico, pero eso es lo que quiero ser"). Estos dos asuntos, y la literatura; no actuar, sino escribir: "Nunca quise ser actor. Siempre soñé con convertirme en escritor. Y eso es lo que seré si se detiene todo este circo. Escritor".

Cuando dijo esto, los ojos de Elizabeth Taylor brillaron llenos de orgullo. Su entusiasmo por aquel hombre iluminó la habitación con la intensidad de un montón de farolillos japoneses.

Él salió del cuarto para descorchar otra botella de champán.

-Oh, nos peleamos -dijo ella-. Pero al menos vale la pena pelearse con él. Es realmente brillante. Lo ha leído todo y puedo hablar con él; no hay nada sobre lo que no pueda hablar con él. Todos sus amigos..., Emlyn Williams le dijo que era una locura casarse conmigo. Él era un gran actor; podía convertirse en un gran actor. Y yo no era nada. Una simple estrella de cine. Pero lo más importante es lo que sucede entre un hombre y una mujer que se aman. O entre cualquier pareja que se ama.

-La lluvia me provoca somnolencia. No me apetece beber más champán. No. No te vayas. Beberemos de todos modos. Y entonces, o bien todo será maravilloso, o nos enzarzaremos en una gran pelea. Él opina que bebo demasiado. Y yo sé que él lo hace. Trato de seguir amándolo. Seguir adelante. Siempre quiero estar donde está él. ¿Te acuerdas cuando, hace mucho tiempo, te dije que había algo por lo que quería vivir?

Cerro las cortinas y dirigió la mirada hacia mí, sin distinguirme; Galatea escrutando algún remoto horizonte.

-Bueno, ¿que opinas? - Pero era una pregunta que ya llevaba implícita la respuesta-. ¿Qué crees que será de nosotros? Supongo que cuando encuentras lo que siempre has deseado, eso no es el principio de un comienzo, es el principio del fin.

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viernes, 1 de abril de 2011

Cannes rendirá homenaje a veterano actor francés Jean-Paul Belmondo

www.latercera.com
30/03/2011 - 08:30

El encuentro de cine internacional, cuyo jurado oficial estará presidido por Robert de Niro, tendrá lugar del 11 al 22 de mayo.

por DPA -



A pocos días de su cumpleaños, el próximo 9 de abril, el veterano actor francés Jean Paul Belmondo recibió un regalo anticipado: el Festival de Cannes rendirá homenaje a su trayectoria profesional el próximo 16 de mayo, según anunciaron hoy los organizadores del certamen.

El astro del cine francés, de 77 años, aceptó la invitación, según informa el diario "Le Parisien".



El protagonista del clásico de la Nouvelle Vague "Al final de la escapada" ("Sin aliento") ganó el premio César como mejor actor en 1989 por "El imperio del león", pero lo rechazó.

Su última película hasta ahora es "Un homme et son chien" (2009).

Belmondo ya pasó por Cannes en 1974 con "Stavisky" y en 1960 con "Moderato Cantabile". Últimamente, el actor ha saltado a los titulares por su relación con la ex modelo de Playboy Barbara Gandolfi, 42 años más joven.

La edición 64 del Festival de Cannes, cuyo jurado oficial estará presidido por Robert de Niro, tendrá lugar del 11 al 22 de mayo.

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