sábado, 6 de agosto de 2011

100 años de Ray: un paria en Hollywood

LA TERCERA EDICION IMPRESA
sábado 06 de agosto de 2011

Mañana se celebra el centenario del cineasta Nicholas Ray.

por Pablo Marín

Rara entre las películas raras, Los dientes del diablo (1960) fue la última de Nicholas Ray antes de abordar un par de superproducciones que pusieron abrupto fin a su carrera (Rey de reyes y 55 días en Pekín). Trata de un esquimal (Anthony Quinn) y del espacio ártico en el que vive. De las maravillas de un mundo no civilizado, alfabetizado ni cristianizado, donde el ser se expresa libre y espontáneo, pero que también es el espacio de la cándida brutalidad, de la barbarie que no se sabe bárbara, como indica el título original: The savage innocents.




Según Bernard Eisenchitz, en Novela americana: Las vidas de Nicholas Ray, esta fue la película más fiel a sus intenciones desde Rebelde sin causa (1955). Sin embargo, eso no se percibió -o no importó- en la edición 1960 de Cannes, la misma en que se presentaron La aventura, de Antonioni, y La dolce vita, de Fellini. El filme de Ray pasó de largo entonces y hoy puede incomodar, cuanto menos: el genuino arponeo y posterior desangramiento de osos polares y otras especies árticas no es cosa de ver sin chistar. Pero quien salte esa valla tendrá ante sí un formidable resumen de los motivos que movieron la carrera del realizador, partiendo por la resistencia del medio natural -y social- ante las ambiciones, desvaríos y sueños de los individuos.

Mañana se conmemoran 100 años del nacimiento de Raymond Nicholas Kienzle. Una figura singular y contradictoria que ha sido objeto de escrutinio, admiración e incomprensión y que revive en las páginas de Nicholas Ray: The glorious failure of an american director, del reputado biógrafo Patrick McGilligan. A esto se agrega el estreno en Venecia de una versión restaurada de We can´t go home again (1973), cinta experimental que rodó con alumnos universitarios.

Porque será cierto que el Ray del panteón crítico no es Nicholas, sino Satyajit (el de la Trilogía de Apu). Pero esa no es razón para mirar al "poeta del desencanto americano"por encima del hombro.

Loas al autor

El debut de Ray fue accidentado. En EE.UU., Los amantes de la noche (They live by night, 1948) se estrenó en junio de 1948 como The twisted road y fue retirado inmediatamente para volver a la cartelera 18 meses después con el título definitivo. Pero no por eso prendió. Más tarde, sin embargo, se le vería como pionera de Bonnie and Clyde, Muerte sin perdón y otras versiones del "chico conoce chica" en un contexto criminal.

Este retablo lleno de tensión expresaba el febril deseo de dirigir de Ray, que ya cumplía 37, antes de lo cual había sido asistente de Elia Kazan y, antes de eso, discípulo del arquitecto Frank Lloyd Wright en una colonia de artistas, además de actor y director teatral.

Nativo de Galesville, Wisconsin, Ray no marcó particular distancia con las tendencias de su tiempo al debutar con un policial. Pero haría época al insuflar un aliento trágico a una intriga poblada de caracterizaciones precisas e inquietantes, definida en su puesta en escena por el recurso a los exteriores y a asaltos bancarios que no se muestran, pero se evocan sugerentemente.

"Si el director se hubiese tomado la molestia de ser francés, estaríamos lamiendo sus botas en éxtasis", fue el sarcasmo de la revista inglesa The Spectator. Sintomáticamente, fue en Francia donde Ray sería tomado en serio como auteur: un tipo capaz de dejar su sello en un contexto industrial. André Bazin, fundador de los Cahiers du Cinéma, llamó a Los amantes… "un filme maldito donde los haya".

Los críticos parisinos vieron relectura y subversión de las normas clásicas en la obra de Ray, allí donde sus colegas transatlánticos no se dieron por enterados. Y aunque hay material intercambiable en su filmografía, bastaría con rescatar sus dos cintas de 1952 para considerarlo un imprescindible. En la sensible The lusty men (1952), Robert Mitchum es el epítome del vaquero urbano, despachándose un parlamento definitorio de Ray y sus protagonistas: "Soy un extraño en este lugar". En tanto, Robert Ryan es un policía atormentado que descree de su oficio y va a buscar redención a las montañas en La casa en la sombra.

Después vino lo más parecido a la gloria. Rebelde sin causa (1955) no fue la primera película con un muchacho suburbano a contrapelo de lo establecido, y no ha envejecido particularmente bien. Pero, aparte de tres nominaciones al Oscar, tuvo a James Dean como estrella en un rol icónico: su muerte accidental sin que llegara a ver el filme, convirtió a este en un acontecimiento y luego en un hito de la alienación juvenil. Eso sí, el enajenamiento y las conductas refractarias no fueron sólo cosa de chiquillos: Johnny Guitar (1954) es un western desmadrado que literalmente prende fuego a un salón que regenta Joan Crawford, mientras Más poderoso que la vida (Bigger than life) tiene a James Mason como un profesor escolar adicto a un fármaco milagroso que lo transforma en un ser intratable que desprecia al mundo y se cree Dios.

Recientemente editado en digital por Criterion, Bigger than life golpea al espectador con el uso del Technicolor y el aprovechamiento de la pantalla ancha del Cinemascope para encuadrar lo requerido en poquísimos planos, delatando las virtudes plásticas y espaciales del realizador. Pero lo anterior sería apenas un logro técnico si la intriga en curso no alcanzara, aquí y en otras cintas, alturas poéticas y delirantes de la mano de personajes desesperados por ser lo que no pueden ser o por alcanzar lo que ya no está.

Entregado a la megalomanía del productor Samuel Bronston, Ray sufrió un infarto durante el rodaje de 55 días en Pekín (1963). No volvió a dirigir un largo argumental y sólo le quedaría la fama de maldito y un culto a sus filmes que aún persiste.

En su crítica de Amarga victoria, que consideró el mejor filme de 1957, el entonces crítico Jean-Luc Godard escribió: "Ha habido el teatro (Griffith), la poesía (Murnau), la pintura (Rossellini), la danza (Eisenstein), la música (Renoir). Pero de aquí en más lo que hay es el cine. Y el cine es Nicholas Ray". Exageraciones aparte, cuesta pensar en mejor acicate para volver a Ray. El momento es propicio.

Nicholas Ray



Nació el 7 de agosto de 1911 en Galesville (Wisconsin). Estudió en la universidad de su estado natal y en sus primeros años quiso ser arquitecto. Comenzó trabajando en el teatro y en 1955 realizó su película más conocida, Rebelde sin causa. Este filme consagró a James Dean. Murió el 16 de junio de 1979, a los 67 años.

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