martes, 12 de abril de 2011

Audrey Hepburn, la mujer más bella del mundo



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sábado 05 de junio de 2004

Audrey Hepburn, la mujer más bella del mundo



La actriz, una leyenda del cine en los años '50 y '60, acaba de ser nombrada como el rostro más hermoso de la historia. Un título que le hace justicia a esta europea, que conquistó al público con su singular belleza, su talento y su sofisticación

Por Iván Carvajal



"Jamás pensé que saldría en las fotos de las revistas con una cara como la mía", llegó a decir la actriz Audrey Hepburn, quien hace unos días fue elegida en un sondeo como el rostro más bello de todos los tiempos. Periodistas, fotógrafos de moda, maquilladores de artistas y representantes de agencias de modelos, fueron consultados para determinar la lista de las cien mujeres más hermosas, entre las cuales Hepburn tuvo un primer lugar indiscutido.

Un título que no hace más que confirmar una percepción que la actriz generó entre el público desde sus primeras apariciones, a comienzos de los años '50. Su singular belleza angelical, su inigualable elegancia, su sobriedad y sofisticación, fueron adjetivos que siempre acompañaron la carrera de la Hepburn, una mujer que se separó de los cánones estéticos y sociales de las grandes estrellas de Holywood.

"Audrey Hepburn poseyó una rara amabilidad y una belleza interior que irradia cuando sonríe", señaló sobre ella la redactora de la revista de modas Elle, Rosie Green, miembro del jurado que se convocó para la mencionada encuesta, y que determinó que Hepburn fue reconocida por "su personificación de la hermosura natural, su vida sana y su belleza interior y exterior".

Con su esbeltísima y espigada figura (pesaba apenas 50 kilos y medía 1,70), su largo cuello, sus grandes ojos negros y su melodiosa voz, Audrey Hepburn en más de una ocasión fue catalogada como un ángel terrenal. Su fineza y elegancia cautivó también a grandes modistos, como Hubert de Givenchy, quien confeccionó para ella vestidos y trajes que dictaron la pauta de la moda por varios años.

SU LEGADO

El pasado 4 de mayo, Audrey Hepburn habría cumplido 75 años; pero un cáncer al colon truncó su vida en 1993.

La protagonista de filmes como "Desayuno en Tiffany's", "Sabrina" y "Vacaciones en Roma", nació en 1929, en Bruselas, Bélgica. Era hija de la baronesa Ella van Heenstra y del banquero inglés Joseph Victor Henry Ruston. Fue bautizada como Hedda Van Heemstra Hepburn-Ruston, un nombre demasiado complicado para Hollywood y que fue cambiado apenas comenzó su carrera.

Vivió sus primeros años en Holanda, pero tras el divorcio de sus padres, en 1938, se trasladó a vivir a Londres. Allí estudió Danza y Arte Dramático en la Marie Rambert School, pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial, justo cuando comenzaba a destacar en el ballet, la obligó a dejar su incipiente carrera y regresar a Holanda, donde permaneció varios años.

Cuando terminó la guerra, Audrey volvió a Inglaterra, pero ya era tarde para continuar sus estudios de ballet y decidió entonces incursionar en otros ámbitos. Comenzó a trabajar como modelo y en 1949 realizó su debut teatral en los escenarios londinenses, con una buena respuesta de la crítica. Rodó seis películas en Inglaterra y se trasladó a Broadway, pero su golpe de suerte llegaría en 1952, cuando el director William Wyler le ofreció protagonizar la deliciosa comedia "Vacaciones en Roma", cinta que le permitió ganar su primer Oscar y conquistar al público norteamericano, que se rindió ante su belleza y elegancia europea.

Hepburn participó en sólo 27 películas (una cantidad menor, comparada con la que ostetan otras actrices y actores de la época), entre las que destacan "Desayuno en Tiffany's", de 1961, dirigida por Blake Edwards y basada en el relato de Truman Capote; "Charada", de 1963, dirigida por Stanley Donen; "Sola en la oscuridad", de 1967, de Terence Young; e "Historia de una monja", un registro más dramático realizado en 1959, bajo la dirección de Fred Zinneman.

Además del Oscar a la mejor actriz en 1953, fue nominada en otras cuatro ocasiones para ese premio, y ganó galardones como el Bafta Británico y el del Festival de Cine de San Sebastián. Además, es una de los cuatro artistas que han ganado los cuatro premios más importantes de la industria del entretenimiento: el Oscar, el Emmy, el Grammy y el Tony.

Audrey Hepburn también fue incluida en el tercer lugar del ranking del prestigioso American Film Institute, sobre las mayores leyendas del cine norteamericano.

UNA VIDA SENCILLA

La vida privada de Audrey Hepburn siempre se mantuvo alejada del escándalo y la frivolidad que rodea Hollywood. Ni siquiera los rumores sobre su anorexia o su supuesto romance con el actor Albert Finney han sido confirmados, aún después de su muerte. "Era alguien maravillosa. Cualquier recuerdo suyo es imborrable. El mero hecho de trabajar a su lado fue un placer. Fuimos amigos, muy amigos, pero nunca diría nada más de nuestra amistad", declaró el propio Finney, con quien protagonizó "Dos en la carretera".

En 1954, Hepburn se casó con el actor de ascendencia cubana Mel Ferrer, con quien tuvo un hijo, Sean, y del que se divorció en 1968.

Un año después, Audrey se casó con el siquiatra Andrea Dotti, nueve años menor que ella, con quien tuvo a su segundo hijo, Luca Andrea. Hepburn y Dotti se divorciaron en 1982, para luego casarse con el actor holandés Robert Woldes, con quien vivió hasta su muerte, en 1993.

Durante sus últimos años de vida, Hepburn se dedicó a trabajar por causas humanitarias, especialmente a favor de niños desposeídos y víctimas de conflictos bélicos, y fue nombrada embajadora de la Unicef en 1988.

FORMIDABLE FASCINACION

Quien se ha dedicado a escribir sobre la vida de Audrey Hepburn, ha sido precisamente su hijo mayor, Sean, autor de la biografía de la actriz.

"Vacilé mucho para escribir ese libro, sobre todo en una época en que todo el mundo publica cualquier cosa sobre cualquier cosa. Temía ser mal comprendido", ha señalado Sean, quien, pese a ser hijo de actores, nunca se dedicó a la actuación, aunque ha estado ligado siempre al cine como productor y asistente de dirección.

Al parecer, Sean heredó la simplicidad y la sobriedad de su madre, quien puso un paréntesis en su carrera una vez que nació su primer hijo.

En su libro, que es más bien un homenaje, Sean trae de vuelta a la vida a Audrey, sin escudriñar en pasajes oscuros de su vida.

"Mamá deseaba tanto creer en el amor, y trató de encontrarlo en los hombres, primero en mi padre", señala Sean Hepburn Ferrer, quien recuerda a su madre como una mujer marcada por la temprana ausencia de su progenitor.

El hijo también rememora la relación entre ambos actores, que no tuvo un buen final. "La estrella de mi madre no cesaba de ascender, la de él palidecía y él no lo soportó", recuerda.

Sobre su carrera, señala que "al principio quería ser bailarina, pero la suerte decidió otra cosa. Su profesor fue terminante, le dijo que no sería nunca una primera ballerina, y ella no se quejó, no miró para atrás, y decidió luchar por ser la primera en otro campo".

Sean recuerda que "nunca la vi trabajar obsesivamente sus roles; me decía que leía el libreto antes de acostarse y una segunda vez por la mañana. Su energía le venía naturalmente, tenía fe en el amor, en el milagro de la naturaleza, y en la bondad de la vida. Amaba apasionadamente la vida. No la crean una fanática de las dietas. Mamá era una gourmet, cocinaba para nosotros y los amigos. Cantaba y se reía cocinando, hablando horas con sus amigos, se peleaba por lavar los platos y le gustaba repetir que su vida era muy sosa".

"Nunca estuve celoso de la formidable fascinación de ella sobre los hombres. Atraía sus miradas, pero los forzaba a comportarse como caballeros y la respetaban, quizás porque ella no traicionaba a nadie, empezando por sí misma".





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